Reinventar la rueda

“Mira, Conchita, se nos ha ocurrido una idea: ¿por qué no nos jubilamos juntos los amigos? Queremos ser autónomos, podemos buscar un sitio bonito para vivir, nos ayudaremos cuando vengan los achaques y no seremos una carga para nuestros hijos. Podemos hacer más fácil que vengan nuestros nietos, y un montón de cosas. Si compartimos gastos necesariamente va a ser económico; mi casa es más grande, si la alquilo sacamos para pagar la nueva, más pequeña…”

En las cafeterías, en la consulta del médico, se escuchan a diario conversaciones como ésta. Todas las semanas conocemos a alguien que se asombra: “¡si esto lo llevamos hablando durante años!”. La idea del senior cohousing es efectivamente tan “obvia” que miles de personas en España, también en todo el mundo, sin conocerse entre sí y posiblemente sin haber oido nada de este concepto, llegan cada una de ella a la misma convicción: prefieren vivir juntos.

Reinventar la ruedaLa experiencia internacional en diferentes países en senior cohousing ha dejado un valioso rastro de lecciones, aciertos y errores a la hora de desarrollar estas comunidades. Es revelador como en países distintos se han alcanzado, tras el paso de los años, conclusiones comunes acerca de cómo gestionar con éxito estas iniciativas. No puede ser casual.

De ahí que no podamos evitar sentir inquietud cuando vemos grupos de gente que bien por falta de información, bien por el afán de conducir su propio proyecto hasta el más pequeño detalle, toman caminos inciertos, no experimentados antes en ninguna parte del mundo, arriesgando de forma innecesaria el éxito de su noble intención.

El mejor remedio contra esos riesgos consiste en informarse y compartir experiencias, y por suerte esa es una tarea para la que hoy en día no faltan medios. Tan sólo se requiere una actitud abierta y dialogante, que no excluye la convicción en las propias ideas.

A modo de pequeño índice estas son algunas de las conclusiones comunes de la experiencia acumulada en senior cohousing:

– La autopromoción y autogestión de la iniciativa, desde los primeros pasos hasta la vida cotidiana una vez en funcionamiento. El principio de Autonomía personal es el motor de arranque y ha de preservarse todo el camino.

– El seguimiento de métodos participativos, algunos ya perfectamente estructurados, que siempre anteponen la conjunción del grupo, la creación de la comunidad de personas. “Primero contruimos la comunidad y después el edificio”.

– Un tamaño contenido, que tenga una vida interna suficientemente rica pero evite el riesgo de aislamiento respecto de la sociedad que rodea cada comunidad. Entre 15 y 30 viviendas es un número orientativo cuando se trata de comunidades de mayores. En ocasiones se juntan dos o tres comunidades, o si están en zonas de la ciudad muy bien abastecidas de servicios pueden ser menores…

– Un modelo «ambiente», u «hogar» (housing), tanto en lo arquitectónico como en la gestión. Zonas comunes como extensión de la vivienda. Ambientes cálidos y acogedores y servicios de asistencia sólo cuando son necesarios, como hace cualquiera en su casa. Rechazo a opciones organizativas -y arquitectónicas- institucionalizantes.

Inventar la rueda exige un enorme esfuerzo no exento de mérito, pero resulta poco útil si resulta ser frustrante en muchos casos: en el pasado muchas de estas iniciativas no salían adelante, hasta que se aprendió de los errores. Seguir incurriendo en ellos es socialmente poco productivo. Construimos mejor sobre lo que otros descubrieron. Así avanza la sociedad.

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